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Il Mediterraneo o i Mediterranei ( Resumen Congreso Realizado en piombino, Italia)


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El día 31 de octubre de 2014 se realizó en las dependencias del Museo Arqueológico del Territorio de Populonia, en Piombino, el congreso ¿El mediterráneo o los mediterráneos?, organizado por la Fundación KEPHA, La Superintendencia del Mar (Palermo, Sicilia), La Municipalidad de Piombino y La Asociación Arqueológica de Piombino.

El motivo tenía dos grandes objetivos – a partir del título que sugiere la hipótesis de Fernand Braudel – homenajear al historiador francés y analizar diversas perspectivas que se plantean para el caso del mediterráneo, desde la antigüedad hasta nuestros días.

Entre los discursos inaugurales, la asesora cultural de la Municipalidad de Piombino, Paola Pellegrini, abrió la discusión mencionando problemáticas políticas. El mediterráneo como lugar de mitos, poemas y viajes, como lugar de tolerancia e intercambio, ha sido desplazado por intereses del norte de Europa, en virtud de los intereses de quienes detentan los cargos en la Comunidad Europea. Se debe por tanto volver a mirar al mediterráneo como centro global y punto de conexión europea y dejar la orientación política y económica que actualmente despunta hacia el Este.

Italia también es responsable de este cambio de orientación, pues ha sido prisionera durante los últimos 200 años de la historia europea, olvidando su pasado más remoto.

Andrea Pessina, superintendente de bienes arqueológicos de Toscana presentó una verdadera cronología de la historia de la arqueología en Italia, en particular, el momento en cuando se acepta científicamente que la civilización mediterránea no tuvo sus orígenes en la península itálica, una discusión que se resolvió a mediados del siglo XX.

A mediados del siglo XIX, el arqueólogo Luigi Pigorini, fundador de la escuela prehistórica italiana, aceptaba las ideas propuestas por la escuela alemana, que proponía que Italia había sido fundada por pueblos arios que bajaron desde el interior de Europa, por la llanura padana hasta llegar a Roma. Esta polémica teoría, que sirvió como base a la ideología racial que desarrolló el nacionalsocialismo alemán, fue desautorizada en una primera etapa por el partido fascista italiano.

Será Paolo Orsi, quien desde su natal Rovereto se trasladó hasta Sicilia para investigar lo que hacía mucho tiempo se venía especulando: en Sicilia habitaron civilizaciones muy desarrolladas que no tuvieron su origen en la península itálica.

Hacia fines del siglo XIX, Giuseppe Sergi publica “Origine e diffusione della stirpe mediterranea” confrontando las ideas de Pigorini.

A comienzos del siglo XX, la arqueología buscaba explicar los temas raciales que las naciones europeas demandaban acerca de sus orígenes. Durante el régimen de Mussolini se advirtió en Malta esa inquietud. De esta manera el arqueólogo Luigi Maria Ugolini, se puso al servicio del régimen fascista para encontrar en la prehistoria maltesa la teoría del origen de Italia. Una gran cantidad de templos de época desconocida fueron encontrados durante las excavaciones. Esa primera etapa estuvo marcada por una áspera batalla cultural entre Italia e Inglaterra. Los ingleses luego de ocupar la isla, prohibieron el uso del italiano como lengua de comunicación. Asimismo, arqueólogos británicos buscaron encontrar en Malta su propia identidad como nación asumiendo que la isla había sido colonia fenicia y que por via marítima se proyectaron hacia el mar del Norte, siendo los verdaderos ejecutores de Stonehenge. Esta teoría no tuvo aprobación científica pero incentivó a seguir excavando las extrañas construcciones neolíticas encontradas en Malta. El arqueólogo italiano Ugolini continuó con sus trabajos que fueron condensados en su publicación “Malta, origini della civiltà mediterranea”. De esta manera, la exposición concluyó con la confirmación que la arqueología italiana, y también europea fue instrumental a los intereses políticos.

El superintendente del Mar de la región de Sicilia, Sebastiano Tusa, presentó “Il patrimonio culturale per il viaggiatore mediterraneo”. El director de esta Superintendencia, única en Italia, con sede en Palermo (Sicilia), organizó su conferencia en torno a la centralidad de Sicilia en los estudios mediterráneos. El mismo Braudel pasó largas temporadas en la isla recabando información para lo que sería su obra maestra sobre el mar europeo. Decía Tusa que lo que hoy se analiza como una problemática no lo fue para los pueblos neolíticos para quienes el mar nunca fue un obstáculo. Todas las islas fueron colonizadas, tierra y mar estuvieron siempre conectados gracias a una profunda cultura náutica en donde predominaba la prudencia y el temor a los dioses. Hesíodo, Homero y Estrabón dieron gran importancia a describir aquellos rituales que debían ejecutarse antes de embarcarse. Fue en este mediterráneo, el de las batallas navales y del fuego de los volcanes en que Braudel pensó en la coexistencia de muchos mares y muchas culturas, idea que adoptó progresivamente Santo Mazzarino en Il pensiero storico classico.

Para Braudel, la originalidad de Sicilia se debe a su posición de frontera, tierra de contaminación, sincretismo y contraste.

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Maurice Aymard, Directeur d’études de L’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS) de París, no pudo asistir al evento y su conferencia fue leída por un delegado.

Bajo el título Fernand Braudel: una lezione sempre attuale, Aymard no buscaba realizar un homenaje sino rescatar la actualidad de La Méditerranée et le Monde Méditerranéen a l’époque de Philippe II (1949). Esta obra tuvo en sus inicios mucha resistencia y crítica. Realizada bajo los planteamientos del estructuralismo buscaba generar un cambio en la tradicional escuela historiográfica francesa y universal: la libertad. Libertad del tiempo, libertad disciplinaria y libertad de las otras ciencias sociales para aprender a hablar en un lenguaje común. Se inició entonces un proceso de internacionalización de la investigación. El libro fue leído primeramente por historiadores y jóvenes estudiosos, pero la diversidad de temas y escenarios que planteaba el mediterráneo como objeto de estudio hizo que rápidamente se difundiera hacia 1973 con la primera traducción inglesa, marcando un hito en las universidades norteamericanas. Si bien es cierto que Braudel escribió otras obras, ésta fue la que marcó su destino y la mayor parte de su vida. Entre 1980 y 1990 las traducciones se multiplicaron en todos los idiomas. Su último proyecto fue escribir acerca de la identidad francesa, pero nunca se llevó a cabo pues falleció en ese proceso.

La Méditerranée et le Monde Méditerranéen a l’époque de Philippe II alcanzó la condición de un “libro mundial”. Braudel había apostados a la larga duración de este análisis y tuvo éxito, una vida extensa e infinita como el mediterráneo mismo.

El profesor Carmine Ampolo, ordinario de Historia Griega en la Scuola Normale Superiore de Pisa presentó Connessioni Mediterranee: i fallimenti della colonizzazione e della migrazione dei greci. Mediterranée éternelle? Dijo el profesor Ampolo que es conocida en la historiografía antigua el modelo de las colonias griegas (apoikías) que imitaron a sus respectivas metrópolis a lo largo y ancho de todo el mediterráneo a partir del siglo VII a.C. Se conocen los lugares que fueron colonizados y actualmente se han continuado los estudios, siguiendo la línea trazada por Braudel, como por ejemplo Horden – Purcell The Corrupting Sea. A Study of Mediterranean History (Oxford, 2000), en donde se refuerza la idea de conectividad – diversidad: el mediterráneo como un lugar de redes (network).

También se ha discutido en este mismo contexto, el carácter “estatal” que tenía la polis, que se proyectaba a las colonias creando una entidad de ciudadanos mediterráneos que estaban ligados necesariamente a su ciudad originaria.

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Sin embargo, Ampolo propone un tercer aspecto poco estudiado: las colonias griegas que fracasaron y no prosperaron en el tiempo. Este punto se ve entorpecido por las mismas fuentes griegas que poco y nada hablan de tema (orgullo, resaltar la idea de progreso constante). De esta manera es necesario leer más profundamente, y casi entre líneas, los testimonios que los textos heredaron. Ampolo propone tres episodios en tres fuentes clásicas:

Los casos más emblemáticos son los presentados por Tucídides y Heródoto. El primero se refiere a la fundación de Megara. En ella Tucídides presenta soterradamente el fenómeno de fundación de subcolonias megarenses (Selinunte), lo que significaba que la primera no resistía más población o simplemente había fracasado.

El caso herodoteo de los focenses, quienes desde el Asia Menor llegaron hasta las costas occidentales para fundar Masalia es más complejo. La población focense abandonó el Asia Menor los cuales estaban bajo constante hostigamiento persa. La nueva colonia no tuvo los resultados deseados y muchos focenses se devolvieron, encontrando que su metrópolis había sido totalmente ocupada e incorporada al imperio persa.

Avanzando en el tiempo, Ampolo propone un caso de colonización fallida en el siglo XVII, cuando un grupo de griegos, hostigados por la guerra véneto-otomana intentaron emigrar. La isla de Córsica que hasta ese entonces pertenecía a Génova necesitaba repoblar la isla y desde Grecia salieron mil colonos. En 1676 llegaron a Génova 700 migrantes griegos. Los problemas territoriales dificultaron la instalación de la nueva ciudad, pero lograron construir una iglesia griega y heredar sus costumbres hasta 1783 cuando Córsica pasa a tener soberanía francesa, cayendo esta comunidad bajo el asedio corso.

De esta manera Ampolo intentó dar una continuidad a los problemas de mediterráneo con casos en tiempos históricos distintos.

 La profesora Maria Cecilia Parra, arqueóloga especialista en Magna Grecia, de la Universidad de Pisa, presentó algunos datos inéditos de restos arqueológicos encontrados recientemente durante las excavaciones realizadas en Punta Stilo, Calabria: la antigua ciudad de Kaulonia. Esta ciudad nació como un centro proyectado hacia el Mediterráneo. Su importancia radica en que sirvió como colonia de soporte para la fundación de Siracusa por parte de los corintios. El viaje colonizador de los corintios contempló una pausa en Corcira y Crotona antes de llegar a Sicilia. Las evidencias se rastrearon gracias a la presencia de unos caballos de bronce decorativos, de manufactura corintia, encontrados en los lugares nombrados y en Kaulonia, lo que demuestra que se generó además un comercio en aquellos puertos que sirvieron de abastecimiento a los colonos corintios.

Finalmente, la profesora Marinella Pasquinucci, ordinaria del Dipartimento di Civiltà e Forme del Sapere de la Universidad de Pisa, quien por problemas de tiempo no logró llegar a presentar su exposición, encargó a un delegado la lectura de L’Etruria settentrionale costiera e i commerci mediterranei.

Se presenta el caso etrusco de los enclaves Pisae y Vada Volaterrana (Pisa y Volterra) como lugares estratégicos en la conectividad mediterránea. Fuentes como la Tabula Peutingeriana (IV,2) y la Cosmografía del anónimo Ravenate (V,2) mencionan a ambos lugares como lugares de tránsito de mercancías, comercio entre ciudades y centros de desarrollo que continuarán en la Edad Media los dominadores longobardos.

Durante el período romano, ambas ciudades tuvieron como centro de influencia la zona nord-occidental de la península. Etruria pasa a ser dominio romano en el 283 a.C., Volterra firmó un foedus poco después de esa fecha, mientras que Pisa se convierte en civitas foederata en el mismo período. En el siglo II a.C. Pisa fue la base militar romana en la campaña militar contra los ligures. En este contexto de expansión romana se abre la Via Aurelia Vetus, que conectaba Roma con la Etruria septentrional, desde donde nacieron también la Via Aurelia Nova y la Aemilia Scauri.

Durante la guerra contra los ligures se fundaron dos nuevas ciudades, en el 180 a.C. Pisa cede parte de su ager septentrional para la colonia latina Luca (actualmente Lucca), y en el 177 a.C., luego de la derrota de los ligures apuanos, se funda la colonia romana Luna (actualmente Luni).

Esta romanización de las ciudades etruscas no sólo incluyó la fundación de estas ciudades sino la creación de puertos con la finalidad de apoyar las necesidades del ejército y a los intereses comerciales. La red vial se construye en modo de realizar eficaces conexiones entre las rutas marítimas y fluviales y el territorio, con sus propios recursos y actividades productivas, las ciudades, los centros menores y la población rural.

Paulo Donoso Johnson

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